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1TWEET: "Hoy nuestro blog Écija Historia cumple cuatro años" (04/03/16)

jueves, 31 de mayo de 2012

De compras en la Écija del siglo XVI.

La economía de Écija durante la Edad Moderna se articuló en torno a dos ejes principales. Por un lado, la venta de productos agrícolas y ganaderos procedentes del entorno más cercano a la ciudad. En segundo lugar, la comercialización de productos elaborados. En este caso, los gremios se encargaban de controlar la calidad de las manufacturas, de establecer los precios y horarios y de abastecer a los vecinos de los objetos demandados.

El Afilador - Antonio Puga.
En las ciudades amuralladas, como lo era Écija, un lugar habitual para los negocios lo constituían las puertas de acceso al interior del recinto fortificado. Junto a las puertas se ubicaban tajones de carne, aunque en ocasiones existían otro tipo de comercio. Por ejemplo, en Puerta Osuna se celebraba el rastro del ganado y durante bastantes años se concentró en Puerta Cerrada la venta de paja, esparto, madera y leña.

A pesar de todo, la zona comercial más importante era el centro de la ciudad, la plaza mayor. Alternándose con edificios administrativos y religiosos, se abrían un sinfín de pequeños puestecillos regentados por artesanos bajo los soportales. También existían pequeños tenderetes que exponían al aire libre productos alimenticios, aunque no siempre en las mejores condiciones. El ajetreo se extendía a las calles aledañas. En la calle de la Caza (hoy María Guerrero) se ubicaban las Carnicerías Reales, las Pescaderías Reales, el Alfolí de la Sal (antiguo despacho y almacén de la Sal) y la Casa de Armas.

Dos hombres en la mesa - Velázquez
El propio callejero actual es testimonio de los negocios que se concentraban en esta área de la ciudad. En las proximidades de la plaza podemos encontrar las calles Cintería, Platería o, hasta principios de siglo, Zapatería (actual calle Mas y Prats). Los oficios eran casi infinitos: herreros, cerrajeros, alfareros, jaboneros, sombrereros, esparteros,...Otros nos son desconcidos. Los freneros fabricaban frenos para las monturas, los jubeteros que elaboraban jubetes, una prenda de cuero utilizada por los soldados, los carpinteros de "lo prieto", dedicados a trabajos en basto, o de "lo primo", encargado de altares y retablos.

La Puerta del Puente constituía un buen lugar de descanso después de una jornada de compras. La Plaza de los Mesones (Plaza Giles y Rubio) concentraba la mayoría de estos establecimientos que servían de parada y fonda para los viajeros. La afluencia de visitantes aconsejó la eliminación de la estructura acodada de la puerta de la muralla. Para el paseo se abrió una alameda cercana al río que ha llegado a nuestros días con la misma función (Parque San Pablo). Para otros quehaceres (¡!) también se ubicaba en esta zona de la ciudad la Casa de la Mancebía donde estaban obligadas a ejercer su profesión las prostitutas del núcleo urbano.

Vista panorámica de Écija del siglo XVI



BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
MARTIN OJEDA, M., Los Nombres de las Calles de Écija. Écija: Martín de Roa, 2007.
MARTÍN OJEDA, M., Miguel de Cervantes. Écija: Martín de Roa, 2005.

domingo, 27 de mayo de 2012

Los Lasso de la Vega.

Casa-Palacio, C/Garcilaso, 5
(Foto: http://www.iaph.es/)
Écija es una ciudad nobiliaria en la que, especialmente a partir de la Edad Moderna, convivieron numerosos linajes de cuya presencia y poder son testimonios las diferentes portadas de casas palaciegas que jalonan las calles de Écija. Para todos, vecinos y foráneos, son famosas las de los los palacios de Benamejí, Peñaflor o Valhermoso, por ejemplo.

Junto a las anteriores, una de las familias consolidades a principios del siglo XVI como miembro de la élite urbana es el linaje Laso (o Lasso) de la Vega que levantó sus palacios en la calle Garcilaso. Precisamente, García Laso de la Vega fue uno de los miembros más destacados de esta familia. Coincidiendo con la Sublevación de las Alpujarras, acudió a la llamada de Felipe II junto con su hermanos Pedro y Luís.

También uno de sus descendientes tuvo un papel protagonista en otro acontecimiento bélico. García Laso de la Vega Fajardo en el siglo XVIII colaboró decididamente en favor de Felipe de Anjou, del futuro Felipe V, en la Guerra de Sucesión que estalló a la muerte de Carlos II. Laso de la Vega realizó donaciones, preparó pertrechos e, incluso, organizó compañías de hombres, algunas de las cuales dirigió personalmente.

Se conservan las dos portadas de los palacios pertencientes a esta familia, localizados muy cercanos entre sí, uno a cada lado de la calle Garcilaso y con portadas bastante similares, adinteladas, con balcón y frontón ocupado por el emblema heráldico de la familia. Posiblemente, las dos portadas fueron ejecutadas por el mismo maestro, el cordobés Juan Jerónimo Ramírez, aunque sólo está documentado su trabajo en la de la casa del número 10.
Casa-Palacio, C/ Garcilaso, 10
(Foto: http://www.iaph.com/)

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
GARCÍA LEÓN, G., "Diseño para la portada de una casa señorial ecijana" en Laboratorio de Arte. Sevilla: Universidad de Sevilla, 1997, pp. 467-476.
HERNÁNDEZ DIAZ, J., SANCHO CORBACHO, A. y COLLANTES DE TERÁN, A.: Catálogo Arqueológico y Artístico de la Provincia de Sevilla. Sevilla: La Gavidia, 1939.
http://www.iaph.es/

martes, 22 de mayo de 2012

Las norias de Écija.

Genil a su paso por Écija
 (Carmen Montes Otero)

La economía medieval tras la reconquista de los territorios por parte de los reinos cristianos estuvo marcada por el predominio de la agricultura y la ganadería. En los casos del valle del Guadalquivir y del Genil la gran mayoría de las tierras fueron ocupadas por cultivos de secano, olivares y viñedo, la triada mediterránea. No obstante, aunque nunca con un porcentaje mayor al 2% del total de las tierras trabajadas también hubo espacio para los sistemas de regadío.

Las ciudades que como Écija fueron reconquistadas en el valle del Guadalquivir fueron repobladas por habitantes de la Meseta, castellanos que eran profundos conocedores del cultivo de secano. A pesar de ello se conservaron las técnicas de irrigación de los siglos anteriores. Pozos, acequias, norias, aljibes, canales,...

El relieve predominantemente llano de los alrededores de nuestra ciudad hizo que destacara el uso de las norias. En ambas orillas del Genil se distribuían numerosas norias que regaban pagos, más o menos cercanos al núcleo urbano como Alcarrachela, Isla Redonda o Alhocén, donde se extendían ricas huertas. Estas tierras de alta rentabilidad fueron adquiridas por los poderosos en un proceso que se extendió durante décadas.

Las norias podían ser de dos tipos. Las norias movidas por tracción animal conocidas como norias de sangre y las norias fluviales o norias de vuelo. Aunque el aprovechamiento del agua se consideraba como de uso público, no sólo para riego de campos, sino también para uso humano y como abrevadero de bestias, fue necesario crear una estructura administrativa que evitara posibles conflictos. Así nacieron para asegurar un uso racional del agua los alcaldes de río y los tribunales del agua, instituciones que, por otro lado, ya habian existido durante los siglos de dominación musulmana.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.
MITRE, E., La España Medieval. Madrid: Istmo, 1999.
RODRÍGUEZ MOLINA, J., "Los regadíos bajomedievales en Écija" en Écija en la Edad Media y Renacimiento. Actas III Congreso de Historia. Sevilla: Ayto.de Écija, 1993.


viernes, 18 de mayo de 2012

Casa de los Niños Expósitos.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística en nuestro país existen unas setenta mil personas (2010) con el apellido Expósito. Este nombre se utilizó a partir de la Edad Media para apellidar a niños abandonados o huérfanos. De hecho, el origen etimológico de este nombre se remonta a la expresión latina ex positus, es decir, puesto fuera. Era habitual utilizar también como apellidos el nombre correspondiente al santo del día. En Cataluña, el apellido usado para estos niños abandonados fue Deulofeu, "hecho por Dios".

Casa de Niños Expósitos, en calle
Emilio Castelar (Foto: IAPH).
Los orfanatos eran conocidos como casas de niños expósitos. En nuestra ciudad conservamos parte de la Casa de Niños Expósitos fundada a principios del siglo XVII en el edificio que ocupaba hasta entonces el Hospital de la Caridad en la calle Caballeros. No obstante, dificultades económicas y las necesidades de trabajos de albañilería para adecuar las instalaciones terminaron por provocar el traspaso del edificio a la nueva institución.

La Casa de Niños Expósitos se abre alrededor de 1602 por mediación del presbítero Diego Gómez y la financiación de la aristócrata Beatriz de Eslava Portocarrero. Hoy se conserva sólo la portada principal del edificio, una portada sencilla, adintelada, con un balcón de fechas posteriores y un antepecho con la fecha de 1901 y que coincidiría con el proyecto de construcción de una espadaña a principios del siglo XX. Hace unos años se planteó por la Hermandad del Rocío, propietaria actual del inmueble, la construcción definitiva de la espadaña por el arquitecto Javier Madero. 



BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
CALDERO BERMUDO, J.E.: Guía de los conventos ecijanos. Écija: Amigos de Écija, 1984.
HERNÁNDEZ DIAZ, J., SANCHO CORBACHO, A. y COLLANTES DE TERÁN, A.: Catálogo Arqueológico y Artístico de la Provincia de Sevilla. Sevilla: La Gavidia, 1939.
MARTÍN OJEDA, M. Los nombres de las calles de Écija. Écija: Asociación Cultural Martín de Roa, 2003.
http://www.iaph.es/



viernes, 11 de mayo de 2012

Triángulo Astigis (Masonería en Écija).

Logia masónica
- MEJOR ARTÍCULO 2012 -


La masonería tiene su origen en los gremios integrados los constructores de catedrales que intentaban mantener en secreto sus conocimientos sobre las técnicas constructivas que les rodeaba de un halo de elitismo. Este grupo, cada vez con mayor prestigio social se reunían en talleres, en italiano logias, donde se transmitía el  conocimiento sobre la arquitectura a los iniciados.

Sin embargo, poco a poco fueron integrándose miembros de la nobleza, una aristocracia interesada en conocer los secretos constructivos de edificios que se levantaban gracias a sus aportaciones económicas. No obstante, a lo largo del siglo XVIII las antiguas hermandades fueron convertidas en asociaciones cuyos fines filantrópicos transformaron  los utensilios usados para la construcción (escuadra, plomada, paleta,...) en objetos cargados de simbología.

Durante los siglos XIX y XX, la masonería representó la oposición a los regímenes conservadores y dictatoriales contra los que proponía la fraternidad, la libertad y la igualdad como camino hacia la perfección. En el caso de España, las primeras logias masónicas se fundaron a finales del siglo XVIII, siendo impulsadas durante la Guerra de Independencia por la presencia de tropas napoleónicas. Sin embargo, aún así, la importancia de la masonería fue bastante reducida hasta el Sexenio Revolucionario.

Útiles de canteros, usados
por las logias masónicas
Entre 1868 y 1874 se difundieron los ideales democráticos, muchos compartidos por los masones, sin embargo la primera expansión de la masonería se produjo cuando la restauración borbónica impuso un sistema político basado en la figura de los caciques. Como respuesta, las logias masónicas fueron aumentando en número hasta que en 1896 el cierre de sedes, la confiscación de sus archivos y el encarcelamiento de sus maestros significó un duro golpe contra estas sociedades secretas. No obstante, la verdadera etapa de auge de la masonería en España concidiría años más tarde con la dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República (1923-1936).

A pesar de la importancia de nuestra ciudad y de la existencia de logias en muchas localidades cercanas como El Rubio, Osuna, Herrera o Aguilar de la Frontera, habrá que esperar a 1915 para la fundación del primer taller masón en Écija, el Triángulo Astigis. El halo de misterio que rodeaba a la masonería, la influencia del romanticismo y las condiciones políticas posteriores al Desastre del 98, acercaron a los jóvenes idealistas a las logias masónicas.

Manuel Barrios
En el Triángulo Astigis se integraron sindicalistas y republicanos, la mayoría de ellos iniciados en Sevilla. De hecho, estos años coincidieron con el deseo expreso de extender la masonería a los pueblos de la provincia. A pesar de ello, el grupo ecijano desapareció al poco tiempo, coincidiendo con el nombramiento de su Venerable Maestro, Manuel Barrios, como portavoz de la minoría municipal de los socialistas en el ayuntamiento.

Refundada en 1926, esta segunda etapa se conoce bastante mejor que la primera. Durante este periodo, el Triángulo Astigis estuvo formado por unos quince miembros simultáneos, veintidos en total, un número reducido para una población que por aquel entonces pasaba por ser la más importante de la provincia con cerca de treinta mil habitantes. Se conoce de este periodo su evidente preocupación social que incluía la creación de un Auxilio Masónico, la solidaridad con miembros presos durante la dictadura primorriverista o la celebración de veladas culturales.

Agrupados en la logia, representantes de todas las tendencias de centro izquierda (socialistas, republicanos federales, Acción Republicana, radicales de Lerroux,...), una nueva crisis se produjo a partir de la llegada de la República en 1931 por el acentuado protagonismo político de sus miembros. A pesar de coincidir en sus críticas a la dictadura y a hacer todo lo posible para derribar la monarquía, las luchas políticas bajo el régimen republicano fueron minando las relaciones entre sus miembros hasta su desaparición.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
ÁLVAREZ REY, L., "Republicanos, sindicalistas y masones: un acercamiento a la masonería enla Andalucía rural (Écija, 1915-1934)" en VARIOS AUTORES, Écija en la Edad Contemporánea. Actas del V Congreso de Historia. Écija: Ayto. de Écija, 2000.

lunes, 7 de mayo de 2012

Santa Bárbara, San Felipe Neri y Santa Cruz.

Oratorio San Felipe Neri
(Foto: www.iaph.es )
El siglo XIX significó para el patrimonio histórico artístico de la ciudad de Écija la construcción de los últimos grandes edificios levantados ex-profeso para fines religiosos: el Oratorio de San Felipe Neri, la Iglesia Mayor de Santa Cruz y el templo de Santa Bárbara. Curiosamente, todos muestran hoy en día una silueta distinta a la que se planeó originalmente y las circunstancias económicas, los fenómenos meteorológicos y el paso del tiempo han actuado sobre ellos y no siempre de un modo benévolo.

Cronológicamente, el primero de estos edificios que se concluyó fue el Oratorio de San Felipe Neri. María del Valle de la Puerta y Fernández de Valderrama cedió parte del Palacio de Valhermoso para la construcción del futuro espacio religioso. En apenas cuatro años terminaron las obras y fue bendecido en la Nochebuena de 1808 en plena Guerra de Independencia contra los franceses. Fue ocupado por la Congregación de San Felipe Neri pasando en 1895 a la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María.
Iglesia de Santa Cruz
(Foto:www.iaph.es)

En cuanto a la Iglesia Mayor de Santa Cruz, el terremoto de Lisboa de 1755 había dejado bastante maltrecho el antiguo templo. Se decidió iniciar las obras del nuevo edificio, aunque también  influyó la pugna que existía entre la Iglesia de Santa Cruz y la de Santa María por ser la primada de la ciudad. La traza de la iglesia fue encomendada a Antonio Matías de Figueroa aunque el proyecto definitivo fue realizado por el Maestro mayor José Álvarez. El templo se levantó según los cánones del estilo neoclásico aunque fue bendecido en 1836 sin completarse la totalidad de la planta proyectada.

Por último, hacia 1855 acabaron los trabajos que desde 1798 erigieron la Iglesia de Santa Bárbara. Aunque, la Capilla Sacramental se había concluido a finales del siglo XVIII bajo la dirección de Antonio Matías Figueroa, habría que esperar al siguiente siglo para que se construyera el resto del templo siguiendo los pablos realizados hacia 1790 por el cordobés Ignacio de Tomás. El edificio, bendecido en marzo de 1855, y levantado siguiendo el estilo neoclásico, sufrió la caída de un rayo en 1892 que obligó al derribo de la torre erigida en el siglo XV sobre un torreón árabe. Entre 1912 y 1929 se derruyó la antigua torre y se convirtió en una sencilla espadaña inspirada en las formas mudéjares de  la anterior torre. 

Antigua torre de la Iglesia de Santa Bárbara
(Foto: www.iaph.es)
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
CALDERO BERMUDO, J.E.: Guía de los conventos ecijanos. Écija: Amigos de Écija, 1984.
GONZÁLEZ GÓMEZ, J.M.: "Escultura e iconografía de los siglos XIX y XX en Écija" en Actas del V Congreso de Historia: Écija en la Edad Contemporánea. Écija, 2000, págs. 13-66.
HERNÁNDEZ DIAZ, J., SANCHO CORBACHO, A. y COLLANTES DE TERÁN, A.: Catálogo Arqueológico y Artístico de la Provincia de Sevilla. Sevilla: La Gavidia, 1939.
www.iaph.es

miércoles, 2 de mayo de 2012

La increíble historia de Jerónimo de Aguilar.

Jerónimo de Aguilar
Si la vida de un ecijano es digna de conocer esa es, sin duda alguna, la de Jerónimo de Aguilar quien es considerado como una de las figuras esenciales en la conquista de América, en concreto de México, a las órdenes de Hernán Cortés, gracias a su conocimiento de la lengua maya y su papel como intérprete entre las huestes castellanas y los pueblos indígenas.

Nacido en Écija alrededor de 1489, muy joven fue ordenado como fraile dentro de la congregación de los Menores y, como tal, embarcó a principios del siglo XVI para participar en el proceso evangelizador del continente americano. Llegado a La Española, desde donde se trataba de organizar el salto a Tierra Firme, perteneció a la expedición que encabezada por Vasco Núñez de Balboa tenía como destino Darién, donde se fundó la ciudad de Santa María de la Antigua.

Acompañando a Valdivia en su trayecto de regreso a Santo Domingo, la flota en la que viajaba fue víctima de una gran tormenta que en 1511 convirtió a Jerónimo de Aguilar y otras ventiuna personas en náufragos. Bien por inanición, bien por la acción indígena poco a poco fueron falleciendo, salvo dos: Gonzalo Guerrero y el propio Jerónimo de Aguilar.
Isla de Cozumel


En cierto modo, Guerrero y Aguilar representan las dos posturas posibles ante el proceso colonizador. Guerrero es la aculturación. Transformó su apariencia física siguiendo los cánones indios, tatuó su rostro, creó una nueva familia e, incluso, instruyó a los indios para luchar contra los castellanos. Aguilar es la hispanización. Durante ocho años actuó como esclavo, manteniendo su ideal de la conquista y evangelización, aunque consiguió aprovechar ese periodo para asimilar su lengua.

Llegadas las noticias de la presencia de algún superviviente, Francisco Fernández de Córdoba informó al gobernador de Cuba, Diego Velázquez, quien encargó a Hernán Cortés la organización de una nueva expedición que halló los primeros rastros fiables de los dos castellanos en la isla de Cozumel a través de un grupo de indios.

Al cabo de los días, fondeada aún la flota en la isla de Cozumel, advirtieron en el horizonte a una pequeña canoa que se dirigía justo hacia los barcos españoles. Al acercarse la pequeña embarcación, los soldados pudieron advertir el torso desnudo de cuatro indios, uno de ellos el propio Jerónimo de Aguilar. Jerónimo de Aguilar pasó a ser un asistente personal de Cortés gracias a su conocimiento de la lengua maya. Como soldado, actuó en la conquista de Nueva España, siendo nombrado regidor de la capital y recibiendo tres importantes encomientas al norte de México, donde murió en torno a 1531, aunque se desconoce su fecha exacta de fallecimiento y su lugar de sepultura.