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1TWEET: "Hoy nuestro blog Écija Historia cumple cuatro años" (04/03/16)

viernes, 29 de mayo de 2015

Las murallas de Astigi.

Durante la primera mitad del siglo I a.C. se funda la colonia de Astigi. La mayor parte de sus habitantes son veteranos de las legiones romanas, de la tribu Papiria. Inicialmente los mandos militares ocuparán las magistraturas coloniales de esta nueva ciudad,  construida ex-novo, y que durante las primeras décadas disfrutará de un ambicioso programa de construcción de infraestructuras: viarias, de saneamiento y, todo apunta, que también defensivas.

Plano urbano de Astigi. Foto: Sáez, Ordoñez y García-Dils, op.cit.

¿Todo apunta? Sí. En realidad, pocos son los datos que se conocen sobre las murallas de Astigi y lo que más se sabe es a través de crónicas posteriores, principalmente de fuentes musulmanas. Tariq, el general de los ejércitos musulmanes durante la invasión del siglo VIII se topó con la doble muralla de Écija, una de piedra blanca y otra de piedra roja, con el espacio entre ambas relleno de tierra apisonada. Después de que la ciudad apoyara al rebelde Ibn Hafsun en su levantamiento contra el emirato independiente, entre los siglos IX y X, Abd al-Rahman III decidió demoler las murallas de origen romano (913) hasta sus cimientos.

Durante décadas no se encontraron restos de la muralla de Astigi pero se plantearon diferentes hipótesis sobre su trazado. En un principio, se defendía su coincidencia con la muralla medieval (Collantes de Terán) aunque la hipótesis era puesta en duda por la lejanía del anfiteatro romano y la existencia de domus en el exterior. Hoy en día lo más aceptado es que la muralla romana fuese demolida por completo pero que dejara como resto una gran zanja, que coincidiría con el foso de la cerca medieval construida por los almohades durante los siglos XII y XIII, aunque no coincidiendo absolutamente los trazados.

Restos de murallas romanas en Córdoba. Foto: El Mundo
En total se estima que el recinto urbano romano sumaría 78 hectareas y 3.200 metros de perímetro. Los únicos restos que se pueden casi asegurar que pertenecieron a los antiguos muros romanos coinciden con los hallados en una excavación en la calle Juan Páez. Desde allí la muralla recorrería las actuales calles del Carmen, Plaza Colón, la Calzada y Merinos hasta desembocar en el río, la mejor defensa en aquel extremo. Posteriormente, y antes de encontrarse con el arroyo Argamasilla, subiría por las calles Barquete, Maritorija y una línea entre la Victoria, Cañaveralejo y Mendoza, hasta volver a nuestro punto de partida.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.
GARCÍA-DILS DE LA VEGA, S. "Colonia Augusta Firma Astigi (Écija, Sevilla). La estructura urbana de una fundación romana en la Baetica" en Beltrán y Rodríguez de Guzmán (coords.). La arqueología romana de la provincia de Sevilla. Actualidad y perspectivas. Sevilla, pp. 111-141.
GONZÁLEZ, J. "De nuevo en torno a la fundación de la colonia Augusta Firma" en Habis. 26. Universidad de Sevilla, 1995.
HERNÁNDEZ DÍAZ, J.; SANCHO CORBACHO, A; COLLANTES DE TERÁN, F.: Catálogo arqueológico y artístico de la provincia de Sevilla. Tomo III, Sevilla: Diputación Provincial de Sevilla, 1951
SAEZ FERNÁNDEZ, P., ORDOÑEZ AGULLA, S. y GARCÍA-DILS DE LA VEGA, S. "El urbanismo de la Colonia Augusta Firma Astigi: nuevas perspectivas" en Mainake. XXVII. Málaga: Diputación de Málaga, 2005.

jueves, 21 de mayo de 2015

Écija, ciudad del mosaico.

Los mosaicos son obras artesanales elaboradas con pequeñas piezas de terracota, vidrio o piedrecillas. Normalmente, se basaban especialmente en tapices y pinturas, repitiendo los mismos temas, sobre todo, mitológicos y relacionados con la vida cotidiana. Los primeros mosaicos sólo se utilizaban para decorar techos y paredeces. Al comprobar que no se deterioraban con las pisadas, comenzaron a utilizarse de modo masivo como elemento decorativo para el suelo de palacios y villas romanas.

Mosaico hallado en C/Espíritu Santo y presente en la Expo'92
La existencia de restos musivarios demuestra el alto nivel de desarrollo económico, social y cultural de la ciudad. Teniendo en cuenta que Astigi era capital de conventus iuridici, Écija en la actualidad posee uno de los conjuntos arqueológicos más significativos de la Hispania romana. En total, a lo largo de estos años se han recuperado más de treinta mosaicos. La mayoría se han hallado en el casco histórico y están datados entre los siglos II y III d.C. Al mostrar cierto parecido con mosaicos de Cartago, se ha lanzado la hipótesis de que un taller musivario norteafricano se hubiera desplazado hasta la ciudad.

En el conjunto astigitanos destacan los mosaicos con una rica policromía y efectos pictóricos. Los hay de motivos geométricos o figurados. En cualquier caso predominan las teselas de vidrio que ayudan a dotarles de colores brillantes y, en el caso de las figuras, el modelado es excelente. Abundan los mosaicos de Baco o Dionisos tal vez por su relación con el disfrute de la vida. Hoy en día, la sala dedicada a los mosaicos en el Museo Histórico Municipal agrupa una excelente muestra de los mosaicos ecijanos. Sin embargo, también hay algunos que permanecen in situ (como el ya tristemente famoso hallazgo del Picadero) y otros que se trasladaron en su momento al Museo Arqueológico de Sevilla. Podríamos destacar el mosaico báquico encontrado en la calle Espíritu Santo que fue elegido para representar la riqueza patrimonial de Andalucía durante la Exposición Universal de Sevilla. El mosaico de la sala capitular del Ayuntamiento sigue en proceso de restauración después de algunas intervenciones no muy acertadas.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.
CAMPOS CARRASCO, J.M., FDEZ. UGALDE, A., GARCÍA-DILS DE LA VEGA, S. et alíi. La ruta del mosaico romano. El sur de Hispania (Andalucía y Algarve). Universidad del Algarve, 2008.

 

miércoles, 13 de mayo de 2015

La Casa de los Balcones olvidados

Alejados de la imagen prototípica de los pueblos andaluces de casas con blancas fachadas encaladas, la realidad histórica de las ciudades nos demuestra que su arquitectura en tiempos pasados estuvo llena de color. Ya los astigitanos en época romana decoraban sus edificios con tonos vivos y, posteriormente, los musulmanes, aunque promotores del uso de la cal, dejaron testimonios de la utilización del color, sin ir más lejos, en las murallas de la ciudad. 

El ejemplo más antiguo que tenemos es la fachada de las Carnicerías Reales siguiendo el proyecto de Hernán Ruíz en la segunda mitad del siglo XVI. Posteriormente, se realizaron pinturas murales en la fachada de las Casas Capitulares y fueron doradas las Ninfas del Salón. En el siglo XVII se pintaron las armas reales de la Ciudad y las del Corregidor en la Casa de Comedias. Así llegamos al siglo XVIII donde colores, elementos decorativos, pinturas murales,... inundan la calle.

El caso más espectacular es el del Palacio de Peñaflor y su famoso balcón. El Marqués de Peñaflor y de Cortes de Graena encargó al pintor madrileño Antonio Fernández un conjunto de pinturas al fresco para romper la monotonía de los 60 metros de fachada de su palacio. Como modelo uso las pinturas de paisajes entre elementos arquitectónicos de moda en Madrid o Granada. De este modo, el Marqués reforzaba la fidelidad a la Corona y el origen granadino del título de Marqués de Cortes de Graena.

El programa giraba en torno al paso de las estaciones y a lo fugaz de la vida. En la parte baja, se utilizaron pilastras y molduras para decorar los espacios entre ventanas, creando ventanas fingidas donde no existían para no romper el ritmo, con tal veracidad que incluso muestran el interior de la vivienda. En el cuerpo superior, en los siete espacios entre puertas, se utilizaron arquitecturas fingidas para enmarcar paisajes bucólicos con pájaros, templetes, puentes, fuentes,...y representaciones de las virtudes: Fortaleza, Prudencia y Templanza. En el voladizo, por encima del largo balcón de hierro, el friso era roto por frontones decorados con cartelas reservadas a la representación de niños.

Tristemente, la Casa de los Balcones Largos se ha convertido en los últimos lustros en la de los Balcones Olvidados. Proyectos fracasados, abandono, apuntalamientos para obras que nunca se realizaron, trabajos de enlucimiento de la fachada mal entendidos y peor aplicados,...Tal ha sido el maltrato que ha sufrido el Palacio de Peñaflor que sólo podemos entender como una casualidad cargada de simbolismo que el mosaico del yacimiento de El Picadero se esté restaurando en sus dependencias. Los dos ejemplos del patrimonio (casi) perdido de Écija.


BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.
CARRASCO, Inmaculada y MARTÍN, Antonio: "El color en la arquitectura: la piel de Écija" en Actas de las II Jornadas de Protección y Conservación del Patrimonio Histórico de Écija. Écija: Amigos de Écija, 2003, pp 45-63.

martes, 5 de mayo de 2015

Élites urbanas con orígenes ecijanos.

Con el término "familias beneméritas" se hace alusión a las primeras familias españolas que se asentaron en América tras la conquista del Nuevo Mundo, en plena colonización, constituyendo una élite de poder a través de la explotación de encomiendas, haciendas y estancias ganaderas. Para conservar sus privilegios aceptaban a los inmigrantes adinerados, que arribaban procedentes de la Península, mediante enlaces matrimoniales.

Catedral de Mérida
La familia Díaz o Díaz de Ávila, procedente de Écija, representa un claro ejemplo de los mecanismos que las élites sociales en la América española, en general, y de la ciudad de Mérida en la península del Yucatán, en particular, ponían en funcionamento para preservar su poder. Pedro Díaz de Ávila cruzó el Atlántico a principios del siglo XVIII y en 1706 contrajo matrimonio con Petronila López de Carvajal, una integrante de esas familias beneméritas. El ecijano entraba a formar parte de la élite americana. En 1713 fue nombrado alcalde ordinario del cabildo (encargado de la justicia en primera instancia); en 1714 y 1715 actuó como procurador general (representante de la ciudad y del cabildo).
Su hijo, Manuel Díaz de Ávila y Carvajal, invirtió 1.310 pesos para hacerse con el cargo de alguacil que se subastaba (era normal la compraventa de cargos público en aquella época). Tan amplia inversión se justificaba porque las contraprestaciones económicas eran elevadísimas, además de obtener honores, influencias o prestigio. Como alguacil disfrutaba de la consideración de regidor más antiguo de la ciudad con todo lo ello traía aparejado. Del matrimonio de Manuel con María de Castro (otra integrante de la oligarquía y  propietaria de varias encomiendas) nació Juan Díaz de Castro, culminación del ascenso social de la familia. En 1785 sustituía a su padre como regidor y pagaba 1.800 pesos para ser nombrado alguacil. 

Señora con su esclava.
Las actividades económicas e inversiones con Juan Díaz se diversificaron: encomiendas, comercio de aguardiente, explotación de haciendas,...incluso colaboró con el Estado en la lucha contra el contrabando y el comercio ilícito cediendo un bergantín para que persiguiera a los barcos dedicados a los intercambios ilegales. Se podría continuar la genealogía de esta familia y, de hecho, un bisnieto de aquel primer ecijano, Juan Díaz Belandón siguió la línea de sus ascendientes y ocupó los cargos de regidor y alcalde ordinario de la ciudad yucateca de Mérida, pero sólo con estas tres generaciones queda claro la estructura del poder en América y la importancia que alcanzó esta familia de orígenes ecijanos.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.
MARTÍNEZ ORTEGA, María Isabel.: "Estudios de historia local. Ecijanos en el Nuevo Mundo" en VI Congreso de Historia de Écija. Écija en el Nuevo Mundo. 2002, pp. 231-237.