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jueves, 25 de febrero de 2016

Cebrián, Gámez Laserna y Braña: de la Guerra Civil a los sesenta.

HISTORIA DE LA MÚSICA PROCESIONAL (III)

El estallido de la Guerra Civil sumió a España en una época oscura, tiempo difíciles que también afectaron a la Semana Santa. Algunas cofradías dejaron de hacer estación de penitencia y en el mundo de la música cofradiera, las compsociones estrenadas se redujeron en número, desapareciendo bandas de música y llegando años complicados para los compositores. Con la Guerra también se rompe con el camino iniciado por López Farfán y con el estilo rítmico y alegre del músico de San Bernardo. Las marchas cofradieras son obras dramáticas y de melodías tristes no exentas de calidad como "VI Dolor" (1938) de Manuel Borrego, o ya en la posguerra "Jesús de las Penas" (1943) de Antonio Pantión, "Hiniesta" (1945) de Martínez Peraltó y "Cristo del Buen Fin" (1948) de Luis Lerate. 
"Cristo del Buen Fin" - Luis Lerate

Emilio Cebrián
Entre todos ellos destacó sobre manera el toledano Emilio Cebrián, el más valorado entre los autores de música para bandas, compositor de exitosos pasodobles ("Churumbelerías", "Ragón Falez"), suites para banda ("Una noche de Granada"), marchas de concierto ("Evocación") y marchas procesionales. Coo director de la banda de municipal de Jaén, cuya historia no se concebiría sin el papel de Cebrián, contribuyó a la marcha cofradiera siguiendo una línea similiar a la de López Farfán pero sin el destacado papel que éste reservaba a las cornetas, lo que en realidad significaba abrir una nueva línea compositiva. Así vieron la luz "Cristo de la Sangre" (1941), "Jesús Preso" (1943), "Macarena" (1943) y, muy especialmente, "Nuestro Padre Jesús" (1935) marcha dedicada a la hermandad del Abuelo de Jaén, que incluye el himno de Jaén obra del propio Cebrián en su trío y que hoy por hoy puede ser la partitura de música procesional más extendida en los repertorios de las bandas de música españolas.



"Nuestro Padre Jesús" - Emilio Cebrián

El mismo año en el que Cebrián estrenaba "Nuestro Padre Jesús", un joven jiennense músico militar, Pedro Gámez Laserna componía su primera marcha: "Santísimo Cristo de la Misericordia" (1935). Entre Córdoba y Sevilla, entre los Regimientos de Lepanto y de Soria 9, Gámez Laserna gestó un nuevo tipo de marcha con preciosas melodías, magnífico tratamiento del contrapunto, una completísima instrumentación y la introducción de una bellísima saetilla final llevada a cabo por los instrumentos de viento madera, y cuyo primer y mejor ejemplo es "Saeta Cordobesa" (1949), aunque con diferentes modificaciones repitó en "María Santísima del Subterráneo" (1961) y, sobre todo, "El Cachorro - Saeta Sevillana" (1967) y "Sevilla Cofradiera" (1972).



"Saeta Cordobesa" - Pedro Gámez Laserna


"El Cachorro - Saeta Sevillana" - Pedro Gámez Laserna. Saeta y final.


"Sevilla Cofradiera" - Pedro Gámez Laserna. Saeta y final.


Pedro Gámez Laserna
Sin embargo, la marcha de mayor éxito en la trayectoria de Gámez Laserna es "Pasa la Virgen Macarena" (1959), su primera composición tras ser nombrado director de la banda de Soria 9 en 1957. Inspirándose en la estructura de "La Estrella Sublime" (1925), Gámez Laserna parió una marcha sublime que se ajusta a la perfección a la idiosincracia de la Hermandad de la Macarena y a la del palio de la Esperanza. Tras una introducción dominada por las cornetas, el tema principal sigue contando con el protagonismo de las cornetas hasta llegar al pasaje central que, a diferencia de la marcha de López Farfán no está ocupado por un fuerte de bajo sino por un fragmento elegante y suave. La parte más bella de la marcha es el trío final, en la primera repetición con el protagonismo de los metales y el acompañamiento de viento madera marcando el ritmo  y en la segunda con una saeta que se eleva por encima del resto de la banda.

"Pasa la Virgen Macarena" - Pedro Gámez Laserna


Pedro Braña
Otra de las grandes composiciones de la marcha procesional también se dedicó a la Esperanza Macarena con motivo de su coronación canónica: "Coronación de la Macarena" (1964) de Pedro Braña. El músico asturiano se encargó desde 1944 de la dirección de la banda municipal de Sevilla y como compositor produjo un corpus musical de gran delicadeza gracias a su profundo sentimiento religioso y su propia concepción del género con un estilo elegante y rebosante de lirismo que impregnan todas sus obras, caso de "Angustia" (1945) o "Nuestra Señora del Patrocinio" (1951). Pedro Braña también es autor de una original marcha "Cofradías Sevillanas" (1983), un popurrí del género en el que Braña une fragmentos de grandes marchas: "Amarguras", "Jesús de las Penas", "Ione", "Virgen del Valle", "La Estrella Sublime" y "Coronación de la Macarena".


"Coronación de la Macarena" - Pedro Braña

"Cofradías Sevillanas" - Pedro Braña

Puestos en el informe Écija Historia, ranking de marchas más interpretadas



domingo, 21 de febrero de 2016

Manuel López Farfán: la gran revolución.

HISTORIA DE LA MÚSICA PROCESIONAL (II)

Las primeras marchas procesionales tenían un claro carácter fúnebre. Tanto las adaptaciones de obras clásicas como las primeras composiciones ex profeso se sumaban a la seriedad de los cortejos. Aún no se utilizaban las cornetas y las bandas militares dividían su plantilla en dos unidades, cornetas y tambores, y el resto de los músicos, interpretando cada una obras diferentes. Todavía estábamos muy lejos de la marcha procesional alegre, popular, rítmica,...

Manuel López Farfán
Manuel López Farfán fue el gran impulsor de este cambio. López Farfán nace en Sevilla, en el barrio de San Bernardo en 1872 y muy joven ingresa en el ejército participando en la Guerra de Marruecos. Desde sus primeras obras, Farfán deja entrever su intención de modernizar y renovar la música procesional, lo que le convertirá en la figura indiscutible de la década de los veinte. Su primera composición "En mi amargura" la escribe en 1896 y tres años más tarde escribiría su segunda obra "Esperanza" (1899), con un esquema sencillo pero ya con sus características melodías de gran belleza y sus conseguidos contrapuntos. En 1904 regaló su primera innovación al género cuando al componer "Spes Nostra" incluye una saeta que debía ser interpretada desde un extremo de la banda por un fliscorno.


"Spes Nostra" - Manuel López Farfán. Saetilla.

En 1920 López Farfán vuelve a Sevilla después de trece años (desde 1907) en distintos destinos militares como Santiago de Compostela o Toledo. A partir de ese momento el músico sevillano profundizó en innovaciones introducidas por otros autores. Por ejemplo, la utilización de cornetas ya lo había llevado a cabo con anterioridad el jerezano Germán Álvarez Beigbeder en "Nuestra Señora del Rosario" (1906) pero López Farfán continuó, rompiendo con el cariz serio que tenían las marchas procesionales hasta entonces. En 1921 compuso "El Refugio de María", con uno de los tríos más bellos de la música procesional y en la que la percusión tiene especial protagonismo. Junto con "La Victoria de María" (1921) representan las dos primeras marchas de López Farfán al frente del Regimiento de Soria nº. 9.


"El Refugio de María" - Manuel López Farfán

Pero fundamentalmente fueron los años 1924 y 1925 los que supusieron la gran revolución de López Farfán. El Domingo de Ramos de 1924 Farfán estrenó con Soria 9, tras el palio de la Virgen del Socorro "Pasan los campanilleros" dedicada a la Hermandad de las Siete Palabras. Cambiaba el estilo, cambiaba el ritmo, se rompían los esquemas anteriores, se introducía una parte cantada pero el éxito fue absoluto. Tal vez el motivo de tal triunfo es la capacidad que tuvo López Farfán para unir su maestría compositiva con el folclore. La parte cantada era interpretada por un coro de campanilleros con una letra basada en la de un coro de campanilleros de Castilleja de la Cuesta:
En la cima del monte Calvario,
orlada de nuves, brillaba una Cruz,
y a sus pies con el Santo Sudario
esperaba María un rayo de clara luz,
Que luz era su Hijo Jesús,
luz radiante que alumbra cielos y tierra
y esparció de sus ascuas amor, caridad y virtud.

"Pasan los campanilleros" - Manuel López Farfán. Versión cantada.

La popularidad de la marcha sólo es comparable al maltrato que ha sufrido a lo largo de la historia con mutilaciones, recortes, versiones,...que en la mayoría de los casos eliminaba la parte del trío final o que redundaba en un estilo chabacano. Durante un tiempo, incluso se prohibió su interpretación en la Carrera Oficial de la Semana Santa de Sevilla.

Un año más tarde, López Farfán estrena "La Estrella Sublime" (1925) que noventa años después de su creación sigue siendo una de las obras más interpretadas. En ella el maestro sevillano define las formas de un tipo de marcha que se desconocía y con una estructura de plena vigencia: introducción con cornetas, un primer tema con apoyo de las cornetas, fuerte de bajo y un trío delicado y melodioso. Eran las claves del éxito de López Farfán. Aunque el título abrió absurdas polémicas (más por ignorancia que por otro motivo), "La Estrella Sublime" está dedicada a la Virgen de la Hiniesta y toma su nombre de los versos de una de las coplas dedicadas a la Dolorosa de San Julián: "...y la más sublime Estrella, iluminaste los montes, que ocultaban en Iniestas".


"La Estrella Sublime" - Manuel López Farfán.

Todavía tuvo tiempo en 1925 López Farfán para componer otras dos marchas: "El Dulce Nombre" y "La Esperanza de Triana". De hecho, en apenas un mes López Farfán fue capaz de dar a luz a estas tres bellezas de la música de Semana Santa. La primera de ellas tiene una estructura similar a "Pasan los campanilleros" a la que se suman dos peculiaridades que denotan la originalidad de Farfán. Por un lado, un fragmento debía de ser interpretado con ocarinas, un instrumento tan poco común que el compositor dejó un arreglo para instrumentos más "accesibles". Por otro lado, el trío cuenta con una parte cantanda. "La Esperanza de Triana" de nuevo incluye las cornetas y tambores en su plantilla, utiliza una saeta para violín y una parte del trío está compuesto para coro a boca cerrada.


"El Dulce Nombre" - Manuel López Farfán. Fragmento interpretado con ocarinas

  "La Esperanza de Triana" - Manuel López Farfán. Con violín y coro a boca cerrada.


Puestos de López Farfán en el Informe Écija Historia, ranking de marchas más interpretadas



martes, 16 de febrero de 2016

Los Font: el sinfonísmo en la música procesional

HISTORIA DE LA MÚSICA PROCESIONAL (I)

José Font Marimont, Manuel Font Fernández y Manuel Font de Anta

La marcha procesional surge a finales del siglo XIX como acompañamiento musical de los cortejos religiosos para lo que se inspiraba en otro tipo de músicas que tenían un objetivo similar, como las marchas militares o los pasodobles. Las marchas fúnebres se vinculan con la corriente del Romanticismo y, de hecho, los primeros acompañamientos musicales eran adaptaciones de obras de autores clásicos como Beethoven, Wagner o Chopin. Poco a poco surgieron las primeras creaciones compuestas especialmente para la Semana Santa como la "Pobre Carmen" (anterior a 1893) de Eduardo López Juarranz pero, sobre todo, "Virgen del Valle"(1898) de Vicente Gómez-Zarzuela y "Marcha Fúnebre (La Quinta Angustia)" (1895) de José Font Marimont, iniciador de la saga musical de los Font.



"Marcha Fúnebre: La Quinta Angustia" - José Font Marimont
 
José Font Marimont era un militar nacido en un pequeño pueblo de Gerona que muy joven ingresó en el Regimiento Militar de Soria 9 del que llegó a ser Músico Mayor (director). "La Quinta Angustia" es una composición elegante, sobria y llena de matices que además introducía por primera vez un fuerte de bajos. De la instrumentación se encargó su hijo Manuel Font Fernández, director de la banda municipal de Sevilla. Por aquel entonces ni él, ni su padre, podían imaginar la importancia que adquiriría su apellido en la historia de la música procesional. Manuel Font Fernández continuó la labor de su padres y además de la instrumentación de composiciones de otros autores, firmó en 1928 "La Sagrada Lanzada", un bello poema sinfónico que evocan la escena del Gólgota y la muerte de Jesús.

Con "La Sagrada Lanzada" comenzaba a hablarse de sinfonismo en la marcha procesional, es decir, la marcha fúnebre se convertía en un poema musical con un carácter descriptivo, y Manuel Font Fernández se elevaba como eje vertebrador de los Font, por su condición de padre del más destacado autor de la familia, su hijo Manuel Font de Anta, y por encargarse del arreglo de la mayor parte de las composiciones de los  Font. Manuel Font de Anta es autor de sólo cuatro marchas procesionales pero de tal calidad que por méritos propios está entre los autores más importantes de la música cofradiera: "Camino del Calvario" (1910), "La Caridad" (1915), "Soleá, dame la mano" (1918) y "Amarguras" (1919).


"La Sagrada Lanzada" - Manuel Font Fernández

"Soleá, dame la mano" constituye un caso único de la música procesional, ejemplo de la música nacionalista de la época y de influencias impresionistas. Esta impresión en forma de marcha está dedicada "A los desgraciados presos de la cárcel de Sevilla" e inspirada en una saeta cantada por un preso al paso de la Esperanza de Triana.
Soleá dame la mano
a la reja de la carse
que tengo muchos hermanos
huérfanos de pare y mare
Famosa es la anécdota que cuenta como el genial compositor ruso Igor Stravinsky visitó la ciudad de Sevilla coincidiendo con su Semana Mayor en 1921. Al presenciar el paso de la Virgen del Refugio por la Puerta de la Carne a los sones de "Soleá, dame la mano", el creador de "La Consagración de la Primavera" o "El pájaro de fuego" sentenció "estoy escuchando lo que veo y viendo lo que escucho".


"Soleá, dame la mano"  - Manuel Font de Anta (interpretada por la Filarmónica de Londres)
Sólo un año después, Manuel Font de Anta creaba el himno de la Semana Santa sevillana (y podríamos decir que andaluza): "Amarguras". Este poema sinfónico cuenta con un guión escrito por el propio autor "En la calle de la Amargura" en el que describe el significado de cada tema y que explica la libertad de su forma, aunque en líneas generales respetaba la estructura clásica con la salvedad de incluir dos tríos en vez de uno y una saeta final. Tras la introducción, comienza el primer tema basado en el de la marcha "A la memoria de mi padre" (1899) de Font Fernández. El segundo motivo es dulce y sereno, inspirado en la conversación de San Juan y la Virgen, al que le sigue el tercer tema (o segundo trío) que primero en pianissimo, después con la coral en fortíssimo evoca los rezos de los creyentes. Antes de finalizar se escuchan de nuevo los compases del primer tema. El cortejo de la calle de la Amargura desaparece y se escucha una saeta final interrumpida por las campanas. Teniendo en cuenta lo conocida que es la marcha hemos pensado que sería más interesante aquí presentar los diferentes temas por separados.


"Amarguras" - Manuel Font de Anta. Tema principal.


"Amarguras" - Manuel Font de Anta. Primer trío. 


"Amarguras" - Manuel Font de Anta. Segundo trío.

Una marcha tan emblemática como "Amarguras" no estuvo exenta de polémicas e incógnitas. Más allá de su título correcto (Amargura o Amarguras) o de las veces que tuvo que insistir Font Fernández a su hijo Manuel para que finalmente compusiera la obra, la mayor de las polémicas estuvo ligada a la verdadera autoría de la marcha. Esta controversia estuvo alimentada por los descendientes de José Font de Anta que durante años defendieron que el verdadero autor tanto de "Amarguras" como de "Soleá, dame la mano" fue su padre. Sin embargo, hoy por hoy todos coinciden, por las características de la obra, en señalar a Manuel como el compositor de ambas marchas, sin descartar la posibilidad de que tanto su hermano como su padre le hubiera ayudado a lo largo del proceso creativo.

Puestos de los Font en el Informe Écija Historia, ranking de marchas más interpretadas.


María Santísima de la Amargura (Magna Mariana).

miércoles, 10 de febrero de 2016

Semana Santa del siglo XVIII

Igual que entre 1600 y 1700, la Semana Santa vivió una época de esplendor, en pleno barroco, el siglo siguiente, el siglo XVIII trajo una serie de nuevas normas anunciadas por la Iglesia y por la monarquía, en especial Carlos III, que querían dar a las procesiones un carácter más serio y menos festivo. La Ilustración conllevaba una visión más racional de la religión y, por ejemplo, se prohibieron las penitencias públicas que relacionaban con el miedo y la ignorancia causadas por el Concilio de Trento. Además la Corona deseba mostrar su control sobre todas las actividades sociales, en las que se incluían las procesiones.

Jesús Abrazado a la Cruz | Foto: El Silencio
Hasta entonces, los cortejos distinguían dos categorías de hermanos que desfilaban: de luz y de sangre. Los primeros portaban hachas de cera y al término de la procesión curaban de sus heridas a los de sangre. Éstos últimos eran hermanos que durante la procesión se flagelaban como penitencia. No obstante, como resultado de la eliminación de los hermanos de sangre nace el atuendo del nazareno, curiosamente tomando como modelo el sambenito, atuendo que la Inquisición colocaba a personas castigadas por motivos religiosos consistente en un capirote de cartón y una prenda a modo de túnica. Además, se producen cambios necesarios en el cortejo organizándose los hermanos en tramos tomando relevancia algunas insignias como la cruz de guía o el Senatus, más banderas, estandartes, simpecados,...Delante de los pasos se situaba, como ahora, la presidencia y el desfile lo cerraba el preste.

En líneas generales se puede decir que el siglo XVIII fue un periodo de decadencia para las cofradías, desapareciendo algunas de ellas. A leyes contrarias a las procesiones (una de estas normas establecía la disolución de las organizadas por gremios sin licencia civil o eclesiástica), se sumó un periodo de decaimiento demográfico y económico que colocaba a las cofradías a las puertas de su desaparición definitiva. Habría que esperar a finales del siglo XIX para que las cofradías volvieran a retomar el vigor de siglos anteriores. 

Estandarte de San Juan | Foto: blogdemacareno40
A pesar de lo comentado, en Écija la Semana Santa y el mundo de las cofradías conoció importantes hitos durante este siglo. Junto a la parroquia de San Gil se levantó la capilla para el Cristo de la Salud como respuesta a la enorme devoción que ya despertaba en el pueblo, Montes de Oca esculpió la imagen de Nuestro Padre de las Misericordias para la Hermandad de Santiago que también durante este siglo sumó a sus Titulares la Virgen de los Dolores, y se bendijo la imagen del Abrazado de la Cruz del Silencio de Santa Cruz. Durante este siglo también llegó al convento de los Descalzos una Piedad de origen napolitano que con el paso del tiempo se convertiría en titular de la Hermandad de la Mortaja.

Domingo de Ramos.
Hermandad de la Misericordia (Parroquía de Santa Cruz).
Lunes Santo.
Hermandad de San Gil (Parroquía de San Gil).
Martes Santo.
Hermandad de Santiago (Parroquia de Santiago).
Hermandad del Santo Angel, Ecce Homo y Madre de Dios (Convento de Santa Ana).
Miércoles Santo.
Hermandad del Dulce Nombre de Jesús y Madre de Dios (Parroquía de Santa María)
Hermandad de la Oración en el Huerto y Madre de Dios (Convento de San Francisco)
Jueves Santo.
Hermandad de la Sangre (Parroquía de Santa Cruz).
Hermandad del Confalón (Convento de la Victoria).
Hermandad de la Exaltación del Señor y Madre de Dios de la Piedad (Convento de la Merced).
Hermandad de la Vera-Cruz (Convento de San Francisco). 
Madrugada.
Hermandad de Jesús Nazareno (Parroquía de San Juan).
Hermandad del Corpus-Christi y Madre de Dios de los Dolores (Convento de Santo Domingo).
Viernes Santo.
Hermandad del Santo Entierro (Parroquía del Carmen).

martes, 9 de febrero de 2016

Iglesia de San Juan Bautista (y V): la torre de San Juan

Foto: Rikimartinagpviajes
No podemos terminar el paseo que hemos dado en nuestros últimos artículos por la iglesia de San Juan Bautista sin regresar de nuevo al patio y levantar la mirada hacia la más bella de las torres de la ciudad. La torre que hoy disfrutamos no es la torre original que fue derribada para levantar ésta. La edificación comenzó a erigirse por los alarifes ecijanos Lucas Bazán y Antonio Corrales poco antes de 1755. En ese año los efectos del terremoto de Lisboa afectaron de tal manera a la estructura de la nueva torre que se volvieron a iniciar los trabajos bajo la supervisión y dirección de Pedro de Silva y Fernando Martín Bizarro.

No se levantó la nueva torre en el mismo lugar que la primera, a los pies de la nave de la epístola, sino que se trasladó su ubicación junto a la cabecera del templo. En contraste con el elevado fuste de ladrillos donde la única decoración es, precisamente el ladrillo tallado, los tres cuerpos superiores se convierten en una fiesta de la ornamentación, combinando elementos diversos: molduras, pinjantes, escudos, capiteles, frisos,...que destacan aún más por el contraste que suponen frente al ladrillo del fuste.

El primer cuerpo o cuerpo de campanas está ocupado por dos vanos trilobulados en cada cara flanqueado por estípites y pinjantes. A cada uno de los vanos le corresponde en su parte inferior una cruz de San Juan. El segundo cuerpo de planta circular está rodeado por una balaustrada de piedra. Sus vanos de medio punto, uno a cada lado, se alternan con contrafuertes moldurados. El último cuerpo también es circular con arcos ciegos. Sobre él un cupulín sirve de base para un ángel portador del estandarte de la Orden de Malta (Soberana Orden militar y hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta) y que hace las veces de veleta.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA PARA LA SERIE
DÍAZ RECASENS, M., Hallazgo en la Torre de San Juan Bautista de Écija...”. Nº 4. “Permanencia y alteración”. Sevilla: Universidad de Sevilla, 2011.
HDEZ.DÍAZ, J., SANCHO CORBACHO, J. y COLLANTES DE TERÁN, A., Catálogo Arqueológico y Artístico de la Provincia de Sevilla. Sevilla: La Gavidia, 1939.
MARTÍN OJEDA, M. y GARCÍA LEÓN, G.: "Pontificia, Ilustre y muy antigua Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz en Jerusalén, Mª Santísima de las Misericordias, San Juan Evangelista y San Francisco de Écija." en Nazarenos de Sevilla. Sevilla: Ediciones Tartessos, 2002.  
SAÉZ FERNÁNDEZ, P. et alii, Carta Arqueológica Municipal de Écija. 

Consejo General de Hermandades de Écija - www.consejohermandadesecija.org
Hermandad de San Juan - www.hermandaddesanjuan.com
IAPH - www.iaph.com
Turismo Écija - www.turismoecija.com 
 


miércoles, 3 de febrero de 2016

Iglesia de San Juan Bautista (IV): Capilla Sacramental.

La única parte del templo antiguo que se conserva es la capilla sacramental que se abre a los pies de la iglesia. Sin embargo, también esta zona sufrió modificaciones y fue reparada por Fernando Rosales, maestro mayor del Arzobispado de Sevilla, a finales del siglo XVIII. La cubierta está ocupada por un casquete esférico sobre pechinas con decoración de estilo renacentista. 

Retablo del Sagrario | Foto: viajeuniversal.com
En el lateral de la epístola se encuentra un retablo dieciochesco de columnas salomónicas y relieves de la Epifanía y Circuncisión que da acceso al camarín del Sagrario. Sobre el conjunto el Cristo del Olvido del siglo XV. A través de unas puertas acristaladas se accede al  camarín del Sagrario en cuyo interior se custodia la Sagrada Forma en un pequeño retablo de rocalla. Las bóvedas de este camarían están decoradas con yeserías que podrían datarse hacia el siglo XVIII. En el testero frente al Sagrario se conserva una Inmaculada de grandes dimensiones que se podría datar de principios del siglo XVII y un Cristo Yacente.

Capilla Bautismal | Foto: Fernando P
Todavía tenemos tiempo para detenernos en la pila bautismal de gran antigüedad que conserva la iglesia de San Juan. Según reza en el propio templo, en esta pila fue bautizado el insigne literato ecijano Luis Vélez de Guevara, autor del célebre El Diablo Cojuelo y nacido en 1579. Sin embargo, en otros documentos se recoge el encargo de una nueva pila de bautismo al cantero Blas Martín, que recibe ochocientos cincuenta reales por una pila nueva en 1692, más de cien años después del nacimiento de don Luis. Juzgue usted mismo querido lector con la información que disponemos...y si tiene algún dato, aclárenoslo.

Antes de abandonar el interior, no olvidar dos obras de arte más. En la sacristía se conserva una interesante tal la cristífera realizada por Pedro Roldán, muy posiblemente para el retablo mayor. Además, frente a la puerta de acceso, se encuentra lo que en el Catálogo Arqueológico y Artístico de la Provincia de Sevilla se define como colucterío, es decir, dependencias destinadas a la recogida de limosnas e impuestos eclesiásticos (por ejemplo, el diezmo). En nuestro caso lo destacamos su bello artesonado con azulejería de cuenta, o lo que es lo mismo, azulejos en los que el tema decorativo queda en relieve.