Cuatrocientos kilómetros separan
la ciudad de Écija de la pequeña población de Trijueque, poco más de mil
habitante, en la comarca de la Alcarria, provincia de Guadalajara. Allí nació y
fue bautizado Justo José en septiembre
de 1886, cuando nadie podía imaginar que su vida terminaría varias décadas más
tarde, a punto de cumplir los cincuenta años, en el centro de la Campiña
sevillana.
Justo, Morterero por parte de
padre y Felipe por parte de madre, nació en el seno de una familia de la burguesía
agraria de la región. Aquello le permitió recibir instrucción y en 1911 conseguir
el título de Maestro a través de la Escuela Normal. No obstante, después de un
tiempo como maestro auxiliar en Rentería (Guipúzcoa) decidió cruzar toda la
península para trasladarse a Ceuta donde su hermano tenía una joyería. Justo
conoció en Ceuta a Isabel, su futura esposa, con la que se casó en 1922 y con
la que tuvo cuatro hijos. Además, a través de su matrimonio se convertía en
concuñado de David Valverde, afiliado socialista que llegó a ser alcalde ceutí
y fue fusilado durante la Guerra Civil, y de Emilio Millán, miembro de UGT y
depurado tras la contienda.
Como su tía María, Justo era
partidario de la renovación pedagógica que defendía la “Escuela Nueva”, que intentaba
impulsar una educación basada en el interés de los alumnos a los que intentaba
dotar de una posición activa en el aprendizaje. En 1924 fue nombrado maestro en
Machinventa en Beasaín (Guipuzcoa), después en Rebollosa de Hita (Guadalajara) para estar cerca de su enferma madre y, después del fallecimiento de ésta, en 1933, en Écija. Como miembro de la FETE (Federación de Trabajadores de
la Enseñanza) impartió curso de alfabetización a los adultos de la ciudad en la Casa del Pueblo.
El estallido de la guerra le
sorprendió en Écija y, a pesar de que le pidieron que abandonara la
localidad, Justo consideraba que no había cometido delito alguno para tener que
huir a Portugal como le habían aconsejado. Un militar conocido de Ceuta, temiéndose lo peor, decidió llevárselo a la
Remonta para evitar que lo fusilaran. Aprovechando la ausencia del militar, los
falangistas sacaron del cuartel para trasladarlo a un edificio municipal. A
finales de agosto, fue fusilado acusado de actos propagandísticos contra la
Iglesia. Fue su hija Carmen la primera que recibió la noticia cuando le llevaba comida a su presidio. Durante varios días su hija ocultó la noticia a sus hermanos y a su madre, que embarazada de un quinto hijo, abortó tras recibir la fatídica suerte que había corrido su padre. Su cuerpo fue arrojado a una de las fosas comunes del cementerio municipal y su nombre figura en el monumento en homenaje a las víctimas de la
Guerra Civil erigido en nuestra ciudad.
Absurdamente, después de haber sido fusilado, Queipo de Llano, General Jefe de Ejército Sur, suspendió de empleo y sueldo a Justo, y se le ordenó que contestara urgentemente a un cuestionario sobre su vida política y sindical. Su viuda, Isabel, escribiría una carta a su hermana en la que se preguntaba: ¿Por qué lo mataron si era un hombre honrado, buen padre, buen esposo y buen maestro?
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
www.todoslosnombres.org
www.pablomorterero.blogspot.com
www.gentesdeguadalajara.blogspot.com