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miércoles, 15 de abril de 2020

Una visión romántica de Écija



Coincidiendo con la Guerra de la Independencia (1808-1814) muchos extranjeros, franceses e ingleses principalmente, quedaron prendados de España en un momento en el que había tomado fuerza el romanticismo, una corriente entusiasta de la belleza pintoresca, de las ruinas, de la antigüedad, también del tipisimo,…Viajeros románticos se lanzaron en búsqueda de lo deslumbrante, de lo más intenso, tomando apuntes y dibujando todo aquello que después le recordara la belleza del lugar. Al mismo tiempo en el mundo de arte se incorporaron nuevas técnicas, más baratas y más fáciles, para que se pudieran reproducir esas pinturas: aguafuerte, aguatinta, grabados al humo, …y el revolucionario arte de la litografía.

Sólo pocas décadas después del final de la guerra nos encontramos al francés Nicolas-Marie-Joseph Chapuy, oficial del ejército galo, arquitecto y dibujante, viajando por Andalucía. Algunos de sus apuntes al natural fueron publicados en 1844 como parte de una recopilación de imágenes de nuestro país bajo el título: “España. Vistas de las principales ciudades de este Reino” que incluyó las vistas que hoy traemos a nuestro blog del puente romano y de perfil de la ciudad de Écija.

Detalles de las torres de la ciudad
La ciudad es vista desde la orilla derecha del río Genil, con el antiguo rollo de Écija en primer término y uno de los dos arcos que flanqueaban el puente romano. Estos arcos fueron derribados a finales del siglo XIX. En el margen opuesto, una amplia arboleda ocupa el espacio que, pocas décadas más tarde, formarían parte del Parque San Pablo. Al inicio de esta alameda se encontraba ya el Triunfo de San Pablo, erigido a finales del siglo XVIII en el lugar donde, según la tradición, predicó San Pablo.

Se recortan sobre el cielo el perfil de las torres de las iglesias de la ciudad. Algunas de ellas se distinguen claramente. A la izquierda se eleva la esbelta línea de la torre de San Gil junto con las techumbres de la parroquia que destacan sobre el altozano. Más difícil de descubrir es la línea de campanarios y torreones que ocupan el espacio central y donde se suceden Santa Ana, San Juan e incluso nos parece descubrir la de Santa Bárbara, junto con las torres de los palacios de Peñaflor o de Valhermoso. Al otro lado del río continúa el caserío de la ciudad a lo largo de la ribera del río. Pasando el puente, y forzando la perspectiva, surge la torre de Santa Cruz e incluso la linterna que remata su cúpula.
Detalle. Santa Cruz.
No podemos cerrar este breve artículo sin hacer mención a la escena costumbrista, de arrieros que descansan junto al puente, que ocupa parte del grabado. El puente era acceso principal a la ciudad y a lo largo de la historia, sirvió tanto de control de viajeros como para el pago de impuestos. De hecho, no era extraño en las ciudades con puente establecer un impuesto de pontazgo por su uso o establecer aquí una pequeña oficina donde recaudar un tributo para poder vender en la ciudad.

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