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La Casa Cuna
debía ocuparse en primer lugar del alimento de los recién nacidos. Las amas
de cría se encargaban de darles el pecho. En el caso de Écija se sabe que
existía un ama interna, vigilada por un ama mayor, una mujer de edad avanzada.
El
ama interna se ocupaba de los niños recién llegados, los cuáles eran entregados
en el menor espacio de tiempo posible a amas externas, que los alimentaban en
sus casas a cambio, claro está, de un salario mensual. El pago a estas amas se llevaba la mayor parte
del presupuesto de la Casa Cuna, creando grandes problemas al retrasarse e
incluso no hacerse los pagos.
El administrador
se encargaba de todo el funcionamiento y
economía de la Casa Cuna. Llevaba las cuentas y era el encargado de las celebraciones
litúrgicas. También recaía en él el pago de las mensualidades, la asignación de los
expósitos a las amas de cría y la contratación del ama mayor. Para ayudarle contaba
con la figura del mayordomo, esquema muy parecido (por no decir idéntico) al
existente en otros centros similares, como por ejemplo en el caso de Córdoba,
muy cercana a nuestra ciudad.
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