Al cobijo de la Parroquía de Santiago hay una calle que responde en el callejero al perturbador nombre de Emparedamiento. Su trazado es breve y recortado, naciendo en la calle Coronado y desembocando en la plaza del mismo templo con el que comparte uno de sus flancos. Según el diccionario de la R.A.E. la primera acepción del término "emparadar" es encerrar a alguien entre paredes, sin comunicación alguna. Tal vez llegados a este punto nuestos lectores hayan dejado correr su imaginación hacia torturas, castigos y sufrimientos involuntarios pero debemos aclarar que en este emparedamiento hablamos de una decisión libre, por voluntad propia.
Durante la Edad Moderna algunas mujeres adptaban una vida de penitencia en la que se retiraban a pequeños recintos, a veces en la parte exterior de parroquias como es el caso que nos ocupa. Éstas mujeres se dedicaban a la vida contemplativa manteniéndose con la escasa comida que les suministraban a través de una pequeña ventana enrejada hacia el exterior.
Fuente: www.laruedadelmisterio.blogspot.com |
El topónimo "emparedamiento" para ésta vía data del siglo XVI. Por lo general, las mujeres vivían de la limosna, la caridad y los encargos, bien trabajos sencillos (de hilado o artesanía), bien de oración por sus almas. Incluso había casos en las que a las mujeres se les atribuían poderes sanadores que de no ser buenas y sacrificadas cristianas le hubieran valido la acusación de brujería. Algunos investigadores atribuyen éste fenómeno del emparedamiento (voluntario, porque también existió como castigo) un deseo de independencia de las mujeres, en su mayoría viudas o huérfanas, que de otro modo hubieran quedado bajo el yugo machista de la época.
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