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domingo, 21 de febrero de 2016

Manuel López Farfán: la gran revolución.

HISTORIA DE LA MÚSICA PROCESIONAL (II)

Las primeras marchas procesionales tenían un claro carácter fúnebre. Tanto las adaptaciones de obras clásicas como las primeras composiciones ex profeso se sumaban a la seriedad de los cortejos. Aún no se utilizaban las cornetas y las bandas militares dividían su plantilla en dos unidades, cornetas y tambores, y el resto de los músicos, interpretando cada una obras diferentes. Todavía estábamos muy lejos de la marcha procesional alegre, popular, rítmica,...

Manuel López Farfán
Manuel López Farfán fue el gran impulsor de este cambio. López Farfán nace en Sevilla, en el barrio de San Bernardo en 1872 y muy joven ingresa en el ejército participando en la Guerra de Marruecos. Desde sus primeras obras, Farfán deja entrever su intención de modernizar y renovar la música procesional, lo que le convertirá en la figura indiscutible de la década de los veinte. Su primera composición "En mi amargura" la escribe en 1896 y tres años más tarde escribiría su segunda obra "Esperanza" (1899), con un esquema sencillo pero ya con sus características melodías de gran belleza y sus conseguidos contrapuntos. En 1904 regaló su primera innovación al género cuando al componer "Spes Nostra" incluye una saeta que debía ser interpretada desde un extremo de la banda por un fliscorno.


"Spes Nostra" - Manuel López Farfán. Saetilla.

En 1920 López Farfán vuelve a Sevilla después de trece años (desde 1907) en distintos destinos militares como Santiago de Compostela o Toledo. A partir de ese momento el músico sevillano profundizó en innovaciones introducidas por otros autores. Por ejemplo, la utilización de cornetas ya lo había llevado a cabo con anterioridad el jerezano Germán Álvarez Beigbeder en "Nuestra Señora del Rosario" (1906) pero López Farfán continuó, rompiendo con el cariz serio que tenían las marchas procesionales hasta entonces. En 1921 compuso "El Refugio de María", con uno de los tríos más bellos de la música procesional y en la que la percusión tiene especial protagonismo. Junto con "La Victoria de María" (1921) representan las dos primeras marchas de López Farfán al frente del Regimiento de Soria nº. 9.


"El Refugio de María" - Manuel López Farfán

Pero fundamentalmente fueron los años 1924 y 1925 los que supusieron la gran revolución de López Farfán. El Domingo de Ramos de 1924 Farfán estrenó con Soria 9, tras el palio de la Virgen del Socorro "Pasan los campanilleros" dedicada a la Hermandad de las Siete Palabras. Cambiaba el estilo, cambiaba el ritmo, se rompían los esquemas anteriores, se introducía una parte cantada pero el éxito fue absoluto. Tal vez el motivo de tal triunfo es la capacidad que tuvo López Farfán para unir su maestría compositiva con el folclore. La parte cantada era interpretada por un coro de campanilleros con una letra basada en la de un coro de campanilleros de Castilleja de la Cuesta:
En la cima del monte Calvario,
orlada de nuves, brillaba una Cruz,
y a sus pies con el Santo Sudario
esperaba María un rayo de clara luz,
Que luz era su Hijo Jesús,
luz radiante que alumbra cielos y tierra
y esparció de sus ascuas amor, caridad y virtud.

"Pasan los campanilleros" - Manuel López Farfán. Versión cantada.

La popularidad de la marcha sólo es comparable al maltrato que ha sufrido a lo largo de la historia con mutilaciones, recortes, versiones,...que en la mayoría de los casos eliminaba la parte del trío final o que redundaba en un estilo chabacano. Durante un tiempo, incluso se prohibió su interpretación en la Carrera Oficial de la Semana Santa de Sevilla.

Un año más tarde, López Farfán estrena "La Estrella Sublime" (1925) que noventa años después de su creación sigue siendo una de las obras más interpretadas. En ella el maestro sevillano define las formas de un tipo de marcha que se desconocía y con una estructura de plena vigencia: introducción con cornetas, un primer tema con apoyo de las cornetas, fuerte de bajo y un trío delicado y melodioso. Eran las claves del éxito de López Farfán. Aunque el título abrió absurdas polémicas (más por ignorancia que por otro motivo), "La Estrella Sublime" está dedicada a la Virgen de la Hiniesta y toma su nombre de los versos de una de las coplas dedicadas a la Dolorosa de San Julián: "...y la más sublime Estrella, iluminaste los montes, que ocultaban en Iniestas".


"La Estrella Sublime" - Manuel López Farfán.

Todavía tuvo tiempo en 1925 López Farfán para componer otras dos marchas: "El Dulce Nombre" y "La Esperanza de Triana". De hecho, en apenas un mes López Farfán fue capaz de dar a luz a estas tres bellezas de la música de Semana Santa. La primera de ellas tiene una estructura similar a "Pasan los campanilleros" a la que se suman dos peculiaridades que denotan la originalidad de Farfán. Por un lado, un fragmento debía de ser interpretado con ocarinas, un instrumento tan poco común que el compositor dejó un arreglo para instrumentos más "accesibles". Por otro lado, el trío cuenta con una parte cantanda. "La Esperanza de Triana" de nuevo incluye las cornetas y tambores en su plantilla, utiliza una saeta para violín y una parte del trío está compuesto para coro a boca cerrada.


"El Dulce Nombre" - Manuel López Farfán. Fragmento interpretado con ocarinas

  "La Esperanza de Triana" - Manuel López Farfán. Con violín y coro a boca cerrada.


Puestos de López Farfán en el Informe Écija Historia, ranking de marchas más interpretadas



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